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La fábrica(28)

La fábrica(28)

Julio se estaba vengando pero Daniel no comprendía por qué en Londres. Perfectamente podría haberse vengado de él en su pueblo.

Daniel se hizo el tonto para que Julio no sospechara que él sabía que todo lo que les había ocurrido era por culpa de él. Por eso decide contarle todo lo sucedido desde que los chavales llegaron a Londres. Cuando acabó de contárselo le preguntó:

-¿Qué pasa Julio? ¿Por qué no te sorprendes? Son cosas realmente fuertes las que nos han pasado.

-Daniel no me sorprendo porque yo estoy detrás de todo esto. De repente tres hombres esposaron a Daniel y le pusieron una bolsa en la cabeza. El chico tan asustado por todos los acontecimientos que había vivido, se desmayó.

Al recobrar el conocimiento estaba sentado en una silla atado de pies y manos en una especie de nave industrial abandonada. A unos veinte metros de altura sobre una plataforma de hierro debajo de un grandísimo tanque lleno de ácido sulfúrico se encontraban sus amigos. Ellos estaban adormecidos porque Julio y todos sus matones les habían drogados.

Julio apareció por una de las puertas de la nave. Y Daniel le preguntó:

- Julio, déjanos marchar. ¿Qué pasa? ¿Es que no somos amigos?

-¿Amigos?- contestó Julio- Amigos también éramos cuando os reísteis de mí cuando tú empezaste a salir con Claudia.

-Eso sólo era cosa de niños- dijo Daniel.

-Pues esto os lo merecéis. Es vuestro final tan anhelado por mi. Me habéis hecho sufrir demasiado y ahora os toca a vosotros. Verás como mueren tus amigos en este tanque de ácido y luego te mataré a ti y aunque pienses que si os mato me descubrirán, estás muy equivocado. Tengo todo planeado para huir y no regresar nunca más a España.

Daniel estaba asustadísimo. Veía su final y el de sus amigos muy cercano. No podía creerse todo esto. Parecía un sueño.

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